El que tiene Fe, llega más lejos.

En mi afición por la lectura, encontré un pasaje en uno de los libros del famoso escritor Norman Vincent Peale, que particularmente me tocó el alma, ya que me sucedió una similar experiencia, y ahora conozco la razón. A continuación el pasaje nombrado:
-¿Por qué mi hijo fracasa en cuanto trabajo consigue? -preguntaba un padre perplejo a causa de su hijo de treinta años.
En realidad, era difícil entender los fracasos de este joven porque parecía tenerlo todo. Siendo de buena familia, su nivel educativo le permitía un sinnúmero de oportunidades que sobrepasaban el promedio normal; sin embargo, tenía una aptitud trágica para fracasar. Cuanto tocaba le salía mal; ponía todo su empeño, pero algo fatal lo empujaba al fracaso. De ahí a poco halló una solución muy sencilla, pero poderosa. Practicando por un tiempo su nuevo secreto, perdió su propensión al fracaso y le acompañó la buena suerte. Su personalidad comenzó a destacarse y sus poderes se extendieron. No mucho después lo encontré en un banquete y no pude menos de admirar a este hombre dinámico, en la cumbre de su poder.
-Me sorprende usted -comenté-; hace pocos años era un hombre abatido; hoy, por el contrario, ha dado aportaciones originales al comercio, desarrolla un magnífico negocio, y se ha transformado en persona prominente de su población; por favor, explíqueme el cambio tan notable que se ha operado en usted.
-En verdad, fue muy sencillo. Aprendí la magia de la fe; descubrí que si uno espera lo peor consigue lo peor, y que si espera lo mejor consigue lo mejor. Todo sucedió porque practiqué realmente un versículo de la Biblia.
-¿Y cuál es ese versículo?
-"Si podéis creer, todas las cosas serán posibles para el que crea." (Marcos, 9:23). Como me crié en un hogar religioso, lo había oído muchas veces, pero nunca me afectó lo más mínimo; sin embargo, una vez, estando en su iglesia, le oí en una charla hacer hincapié sobre esas palabras; comprendí que mi error era que mi mente no había aprendido a creer, a pensar positivamente, a tener fe, tanto en Dios como en mí mismo. Seguí sus instrucciones, y me puse en las manos de Dios, practicando las técnicas de la fe por usted señaladas. Me acostumbré a pensar positivamente en todo. Esto ya me dejó vivir bien -sonrió y continuó -: Dios y yo hemos hecho una sociedad. En cuanto adopté esa táctica, las cosas inmediatamente comenzaron a cambiar. Hoy tengo el hábito de esperar lo mejor, y por eso mis asuntos últimamente han cambiado de modo radical. Me parece que es como un milagro, ¿no es así?
Con esta pregunta cerró su fascinante relato.
Pero no era un milagro. Lo que pasó realmente fue que supo usar una de las leyes más poderosas del Universo. Una ley que, por igual psicólogos y religiosos reconocen, o sea el cambio del espíritu que resulta de substituir la incredulidad por la fe. Aprenda a creer en vez de dudar. Al hacerlo, todo se tornará posible. No quiere esto decir que al creer forzosamente todo lo que se le antoje o piense, lo va a conseguir; incluso tal vez eso sea malo. Al poner su confianza en Dios, El le guiará la mente para que no desee aquellas cosas que le sean perjudiciales, o que están en desacuerdo con la voluntad divina. En cambio, el que aprenda a tener fe, significará definitivamente que lo aparentemente imposible se desplazará al campo de lo posible; a la postre, toda cosa valiosa puede convertírsele en una posibilidad.
Cuando sólo se tiene una alternativa y se posee fe, se toma la alternativa. Pero cuando sólo se tiene una alternativa y no se posee fe, ni siquiera se toma la única alternativa que se presenta.

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