La Falta de Confianza.

Cuando no confías en nadie, no tienes cómo salir perdiendo. La confianza es un arma de doble filo, ya que le das a la otra persona, la posibilidad de que te destruya, te bajonee o se aproveche de ti.
Sin embargo, a nadie le gusta escuchar que se le tiene desconfianza, por lo que al mismo tiempo en que tu boca afirma que confías en la gente, porque eso es lo que les gusta escuchar, en tu corazón debe habitar siempre la sospecha y la desconfianza. La gente ve con malos ojos a los desconfiados. Además que cada quien jala para su conveniencia, y no existe persona alguna sobre la faz de la Tierra que sea absolutamente desinteresada, aunque hay personas que aparentan serlo.
Este mundo se mueve con los intereses. Hay personas expertas para disfrazar sus verdaderos intereses. A la hora de la verdad, todos usamos máscaras, sólo que no nos gusta aceptarlo.
Para sobrevivir hay que aprender a desconfiar a ocultas.
Ahora bien, si bien ninguna persona es completamente confiable, hay personas que son más confiables que otras, lo cual hay que tomar en cuenta para cualquier urgencia.
Es bueno hacer que otras personas confíen en nosotros, pese a que uno no confíe en ellos de manera recíproca. Se debe ganar la confianza ajena y guardar el secreto de que se desconfía de los demás.
Ver para creer.
En ciertas ocasiones, como en casos insignificantes, uno puede tomarse el lujo de confiar en otras personas, pero en cosas importantes, es un error taparse los ojos por otras personas y confiar a ciegas.

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