Analogía entre el Tabú y la Neurosis.

La primera y más evidente analogía que con el tabú presentan estas prohibiciones obsesivas (en los neuróticos) es la carencia de toda motivación y el enigma de sus orígenes. Surgieron, repentinamente, un día, y desde entonces se ve obligado el sujeto a observarlas bajo la coerción de una irreprimible angustia. En estos casos, resulta absolutamente superflua una amenaza exterior de castigo, pues el sujeto posee una convicción interior (una conciencia) de que la violación de la prohibición traería consigo una terrible desgracia. Lo más que estos enfermos obsesionados pueden comunicarnos es que experimentan un indefinible presentimiento de que la violación traería consigo un grave perjuicio para una de las personas que les rodean, pero son incapaces de precisar la naturaleza del mismo. Además, tampoco nos proporcionan, por lo general, estas vagas informaciones, con ocasión de las prohibiciones mismas, sino que las enlazan a los actos de expiación y defensa, de los que más adelante trataremos.
La prohibición central y principal de esta neurosis es, como en el tabú, la del contacto, carácter al que debe el nombre de "délire de toucher" con el que suele ser designada. Pero la prohibición no recae tan sólo sobre el contacto físico, sino que se extiende a todos los actos que definimos con la expresión figurada "ponerse en contacto con algo". Todo aquello que orienta las ideas del sujeto hacia lo prohibido, esto es, todo lo que provoca un contacto puramente mental o abstracto con ello, queda tan prohibido como el contacto material directo. En el tabú, hemos hallado también esta misma extensión.
La intención de algunas de estas prohibiciones y prescripciones obsesivas nos resulta comprensible. En cambio, otras, nos parecen inexplicables, estúpidas y absurdas. A estas últimas, les damos el nombre de "ceremoniales". Idéntica diferenciación se nos ha revelado en las costumbres tabúes.
Las prohibiciones obsesivas son susceptibles de grandes desplazamientos y utilizan todo género de enlaces para extenderse de un objeto a otro y hacerlo a su vez imposible, según la expresión de una de mis enfermas. De este modo, acaba muchas veces por resultar "imposible" el mundo entero. Los enfermos obsesionados se conducen como si las personas y las cosas imposibles fueran fuentes de un peligroso contagio. Estos mismos caracteres de contagiosidad y transmisibilidad se nos mostraron antes como inherentes al tabú. Sabemos también que aquel que ha violado un tabú, tocando algo que entrañaba dicha condición, se hace a su vez tabú, y nadie debe entrar ya en contacto con él.
Del mismo modo que las prohibiciones tabúes, las prohibiciones obsesivas aportan a la vida del sujeto enormes privaciones y restricciones, pero algunas de estas prohibiciones pueden ser levantadas merced a la realización de determinados actos, que tienen también, a su vez un carácter obsesivo y son incontestablemente actos de arrepentimiento, expiación, purificación y defensa. El más corriente de estos actos obsesivos es la ablución (ablución obsesiva).
Fuente:
FREUD, Sigmund, "Tótem y Tabú", 4ta. Edición, Alianza Editorial Madrid, España, 1970, pp. 40-43.

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